Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima Nazarena y San Bartolomé.El primer testimonio documental que nos habla de la existencia de una cofradía bajo la advocación de Jesús Nazareno es una escritura de donación a favor de la misma fechada en 1487. La mencionada hermandad tiene un carácter asistencial puesto que mantiene a sus expensa el hospital del mismo título en el barrio de Santiago. Esta cofradía hospitalaria entrará en una fase de postración y desparece a mediados del siglo XVI. La citada hermandad no tiene ninguna relación con su homónima penitencial, erigida en el hospital bajomedieval de San Bartolomé del barrio de San Lorenzo aprobada por el obispo fray Martín de Córdoba y Mendoza en el año 1579. Aunque la hermandad tiene un carácter penitencial, asume el compromiso de sostener el establecimiento asistencial de San Bartolomé que cuenta con media docena de camas destinadas a ancianos pobres. La celebración más importante de esta hermandad es la estación de penitencia en la madrugada del Viernes Santo. Se exige a los cofrades la posesión de un buen número de virtudes morales, además del imprescindible requisito de la limpieza de sangre. Estas reglas aprobadas en 1579 tendrán vigencia hasta mediados del siglo XIX, cuando se elaborarán unas nuevas que serán sancionadas por la reina Isabel II.El siglo XVII marcará una etapa de esplendor y apogeo de la Cofradía de Jesús Nazareno y San Bartolomé de nuestra ciudad. En este siglo aumentará el número de hermanos y culminará el proceso de aristocratización de la cofradía. La estación de penitencia del Viernes Santo incorpora nuevos elementos y adopta la forma definitiva, impregnándose de la estética barroca. Se produce una auténtica eclosión devocional hacia la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. La celebración de las fiestas religiosas adquiere una gran solemnidad y la labor asistencial que venía prestando el hospital cobra un nuevo impulso gracias al padre Cristóbal de Santa Catalina. En la cofradía de Jesús Nazareno y San Bartolomé se encuentran representados los diferentes estratos de la nobleza cordobesa formando parte de ella todos los títulos de Castilla y señores de vasallos con residencia en la ciudad, así como los titulares de los grandes señoríos cordobeses que viven fuera de la capital de la diócesis. Durante este siglo, los escribanos públicos ingresan masivamente en la hermandad, vinculación que quedará reforzada en abril de 1694 cuando la hermandad acepta la pretensión del colegio de escribanos de que todos sus miembros sean admitidos en la cofradía. Esta exigencia viene motivada por la contribución económica para sacar el paso de San Juan. En este siglo XVII se producen innovaciones relevantes en la estación de penitencia como el aumento del número de pasos. Además de las imágenes de Jesús Nazareno, San Juan y Dolorosa, se incorporarán en el año 1627 las de la Magdalena y en el año 1628 la de la Verónica. Las andas de madera de Jesús Nazareno serán sustituidas en el año 1700 por unas lujosas de plata.A lo largo del siglo XVIII continúan vigentes las reglas de 1579 y la estación de penitencia del Viernes Santo mantiene el esquema de la centuria anterior, pero se produce un notorio descenso del número de hermanos surgiendo graves dificultades para pagar los gastos de la procesión lo que contrasta con la riqueza y lujo de los pasos de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad. Asimismo, se mantiene la aristocratización de la hermandad. Precisamente este elitismo social es la causa del escaso número de cofrades, ya que el estamento nobiliario carece de entidad cuantitativa en el conjunto de la población cordobesa.El reducido número de hermanos plantea el grave problema de la falta de personas para llevar los pasos en la estación de penitencia. A mediados de este siglo XVIII el colegio de escribanos va a quedar separado de la cofradía de Jesús Nazareno ante la negativa de estos a sufragar los gastos de los cirios que alumbran el paso de San Juan Evangelista. Esta ruptura que se produce en el año 1755 se viene gestando desde 1720. La salida de los escribanos públicos hará que el estamento nobiliario cobre un mayor protagonismo. El incidente provocará la vinculación del colectivo de escribanos a la cofradía del Santo Sepulcro.A finales del siglo XVIII la hermandad deja de salir a la calle en la madrugada del Viernes Santo, interrumpiéndose la estación de penitencia a partir de 1793 debido a las dificultades para sufragar los gastos y el reducido número de cofrades. Esta postración es un reflejo de la crisis que padecen las cofradías penitenciales cordobesas en esta época.Tras una larga etapa de postración se produce la reorganización de la hermandad a mediados del siglo XIX. El punto de arranque va a ser un cabildo celebrado el 9 de marzo de 1850 en el que se elige como hermano mayor al duque de Almodóvar. En este cabildo los asistentes acuerdan que la cofradía salga a la calle el Viernes Santo de 1850 y deciden nombrar una comisión encargada de elaborar el proyecto de procesión. Aunque en la Semana Santa de 1850 la cofradía participa en la procesión oficial del Santo Entierro su objetivo es hacer estación de penitencia en el día y hora que tradicionalmente han venido haciéndolo. La autoridad diocesana aprobará esta petición. En el cabildo celebrado el 24 de marzo de 1850 se decide mantener la rígida aristocratización de los siglos anteriores.La reorganización de la cofradía plantea la necesidad de redactar unos nuevos estatutos que serán aprobados el día 20 de noviembre de 1857, fecha de una real cédula por la que Isabel II aprueba las reglas. La cofradía añadirá a su título el de real con la aprobación de los estatutos por Isabel II.En los últimos años de este siglo XIX aparecen síntomas de crisis que se agravarán en los lustros finiseculares. El reclutamiento de los miembros entre el reducido grupo de la aristocracia constituye el factor principal de la decadencia de la cofradía, agravada por el alto número de hermanos que reside fuera de la ciudad. A partir de 1863 se suspende la salida procesional de manera definitiva y en el año 1911 la cofradía queda inactiva.En el año 1938 un reducido grupo de personas devuelve la vida a la cofradía ahora con el título de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Nuestra Señora de la Amargura y San Juan Evangelista. El Jueves Santo de ese año realiza estación de penitencia desde el templo parroquial de San Lorenzo. En el año 1939 la cofradía tenía previsto hacer estación de penitencia el Jueves Santo desde la iglesia de Jesús Nazareno, pero las dificultades surgidas obligan a aplazar la salida al día siguiente formando parte de la procesión oficial del Santo Entierro. De nuevo la cofradía volverá a sufrir un proceso de letargo entre los años 1940 a 1971 pasando las imágenes al cuidado de las religiosas de la Congregación de Hospitalarias de Jesús Nazareno.El despertar del movimiento cofrade en nuestra ciudad y una actitud favorable de las religiosas posibilitaran la reorganización definitiva de la cofradía en el año 1971 constituyéndose una junta gestora encargada de la reorganización. En febrero de 1972 se elige la primera junta directiva de esta nueva etapa y en marzo el obispo aprueba los estatutos, realizando estación de penitencia el Martes Santo de ese mismo año.
La salida procesional de 1973 presenta como novedades de relevancia la artística Cruz de guía y el paso de Jesús Nazareno, obra de Andrés Valverde Luján. En el año 1975 se incorpora María Santísima Nazarena cuyo paso también se debe al mencionado tallista. En los años ochenta se recupera como día de salida el Viernes Santo de madrugada ya que hasta entonces la cofradía salía en la tarde del Martes Santo, y se aprueba el diseño del palio de María Santísima Nazarena.
En el año 1980 Nuestro Padre Jesús Nazareno saldrá por primera vez portado por hermanos costaleros y lo mismo ocurrirá con María Santísima Nazarena en el año 1983. En el año 1999 se estrena un nuevo paso para Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Con la llegada del siglo XXI la hermandad abandona la madrugada cordobesa y se incorpora para realizar su estación de penitencia a la nómina de las hermandades que la realizan en la tarde del Jueves Santo en el año 2001, lugar que ocupará hasta nuestros días, siendo en la actualidad la hermandad que abre esta jornada procesional.
Sede de la hermandad: Iglesia Hospital de Jesús Nazareno
HERMANDAD DE LA CENA
Muy Mariana Hermandad Sacramental de la Inmaculada Concepción, Santo Rosario y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Fe en su Sagrada Cena y María Santísima de la Esperanza del Valle.
En el seno de la Tertulia Cofrade «El llamador» de nuestra ciudad nace la inquietud de la que acabará por nacer la hermandad de la Sagrada Cena. Así el 31 de octubre de 1983 nace su junta fundacional y el 1 de mayo de 1985 se constituye canónicamente como cofradía sacramental, al considerarse continuadora de dos antiguas hermandades del Santísimo Sacramento erigidas en 1630 y 1631 respectivamente, fusionadas por decreto del obispo Agustín de Ayestarán el 13 de febrero de 1799 y regidas por unas reglas que en algunos aspectos inspiraron las normas de esta nueva hermandad. Con el fin de realizar la estación de penitencia, la hermandad adquiere la imagen de María Santísima de la Esperanza del Valle, Dolorosa anónima del siglo XIX adquirida al fotógrafo sevillano «Fernand» y que es bendecida el día 12 de mayo de 1985, imponiéndosele su corona un año después, el Domingo de Pentecostés 18 de mayo de 1986. El 11 de abril de 1987, en la primera función solemne dedicada a Nuestro Padre Jesús de la Fe, el obispo Infantes Florido le impone la Medalla de Primera Adoradora que le había concedido el Consejo Nacional de la Adoración Nocturna.
Poco tiempo después se encarga al imaginero de Puente Genil Francisco Palos la factura de la imagen del Señor. Una vez encarnada la talla por el ecijano Joaquín Ojeda, la imagen es bendecida el día 11 de abril de 1987, actuando como padrinos los Hermanos de la Cruz Blanca y el Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna. No obstante, la imagen será sustituida por otra antes de su primera estación penitencial. La nueva imagen será realizada por el imaginero cordobés Miguel Ángel González Jurado y bendecida en la Parroquia de la Trinidad, donde la hermandad tuvo su primera sede canónica, el 24 de abril del año 1993. Por deseo expreso de la hermandad, el cáliz que lleva en sus manos el Señor es una reproducción del de monseñor don Antonio Gómez Aguilar, fallecido meses antes, y que, como responsable del templo de la Trinidad, se había desvelado por ayudar a la cofradía en su eta pa fundacional y sus primeros años de existencia.
Tras recibir la autorización de la Agrupación de Cofradías como primera en acceder al itinerario oficial el Jueves Santo, la hermandad realiza su primera estación de penitencia el Jueves Santo 31 de marzo de 1994 con un paso en el que marchaba sola la imagen del Señor puesto que hasta el año 1996 no procesionaría el apostolado realizado por Miguel Ángel González Jurado.
El hecho de que la hermandad nunca podría salir desde el interior de la iglesia de la Trinidad y la necesidad de «competir» con el «resto de Hermandades de centro» para nutrirse de hermanos, lleva a la hermandad a mirar hacia otras zonas de nuestra ciudad. Así decide la compra de un local en la calle Francisco González Panchón, en la zona de Poniente de nuestra ciudad. El día 8 de abril del año 2000, don Joaquín Pérez Hernández, párroco de la recién creada parroquia de Nuestra Señora de la Consolación ofrece a la hermandad un templo que todavía no se ha construido y del que ni tan siquiera se han redactado el proyecto, lo que permitirá a la hermandad contemplar la futura ubicación de sus Titulares, incluido el misterio completo de la Cena, y la construcción de una puerta que permita realizar la estación de penitencia desde el interior del templo. El día 4 de febrero de 2001, cuando todo estaba previsto para que la hermandad se incorporase a la nueva sede canónica, se produce un cambio de titular en la parroquia del Beato Álvaro de Córdoba, haciéndose cargo de la misma don Tomás Pajuelo quien se muestra también favorable a la integración de la hermandad en el nuevo templo. Así las cosas, el día 1 de abril del año 2001, se celebra un Cabildo General Extraordinario en el que se decide, por unanimidad, solicitar al Obispo de Córdoba el cambio de sede a la parroquia Beato Álvaro de Córdoba.
El día 15 de mayo de ese año 2001, el Consejo Episcopal acuerda acceder al cambio de sede canónica de la hermandad que celebrará la entrada oficial en su nueva sede el día 21 de junio, al finalizar el primer día de los cultos al Santísimo Sacramento. El Jueves Santo del año 2002, la hermandad realizará ya su primera salida procesional desde su nueva sede.
En el año 2001, se sustituye la imagen de María Santísima de la Esperanza del Valle por la actual, realizada también por el imaginero cordobés Miguel Ángel González Jurado. Aunque esta imagen no procesiona actualmente, la hermandad tiene ya el diseño del que será su paso de palio. Este, será de estilo Renacimiento, con muchos elementos innovadores y muy personal. La corporación había encargado el diseño del trono a una comisión formada por cuatro personas: Francisco Mellado, Miguel Ángel González Jurado (autor de la imagen, bendecida en diciembre de 2001), Manuel González y Julio Ferreira, el vestidor de la titular. El proyecto ha sido aprobado por mayoría absoluta en un reciente cabildo general de hermanos.
En el año 2008 se cumple una vieja aspiración de la cofradía, la de poder salir desde el interior de su sede canónica, para lo cual se realizan obras de ampliación en su capilla y se habilita una nueva puerta.
El 23 de noviembre de 2008, a las 12,00 horas, el todavía obispo de la diócesis, monseñor Asenjo bendecía en acto solemne la imagen del Santísimo Cristo de la Luz, titular de la hermandad de la Sagrada Cena. Con esta obra, la corporación de Poniente veía cumplida una vieja aspiración, la de contar con una imagen titular con la que poder realizar el Vía Crucis, ese acto de piedad que introdujera en Occidente, el también titular de la hermandad, San Álvaro de Córdoba.
La efigie es obra del imaginero boliviano, afincado en nuestra ciudad, Edwin González quien, desde el primer momento, supo captar la idea de crear una imagen de Cristo en la que imperase la serenidad y llamara al recogimiento y a la devoción. Inspirado en nuestros clásicos del barroco, Edwin ha labrado un Cristo en el crítico momento de entregar su alma al Padre, por esa razón tiene los ojos entreabiertos y todavía conserva un alo de tensión en su derrotado cuerpo. Y un detalle, en el pómuloderecho del Señor aparece una lágrima furtiva. Es la firma del autor, con la que simboliza su lucha y sus dificultades, a la vez que su agradecimiento a Dios.
Sede de la hermandad: Parroquia del Beato Álvaro de Córdoba
HERMANDAD DEL CAÍDO
Pontificia, Real y Venerable Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad.
http://www.jesuscaido.org
El primer paso para la constitución de esta hermandad hay que fijarlo con anterioridad al año 1676 cuando el maestrescuela de la Santa Iglesia Catedral donó la sagrada imagen de Nuestro Padre Jesús Caído a los Carmelitas Descalzos del convento de San Cayetano, entonces denominado de San José. La donación de la imagen constituye el punto de partida del fomento de la devoción a Jesús Caído. El fervor despertado tiene un significativo refrendo en la capilla que se levanta en su honor a los pocos años, concretamente en 1676. A la imagen se la conoce con el título de Jesús Nazareno y será a partir de 1736 cuando se imponga la advocación de Jesús Caído.
Desde comienzos del siglo XVIII la imagen luce en la cabeza una corona de espinas de plata costeada con las limosnas de los numerosos devotos. La creciente devoción a Jesús Caído culmina en los inicios del segundo tercio del siglo XVIII, momento en el que se plantea la necesiad de levantar una suntuosa capilla que destaca por sus dimensiones y profusa decoración y que se inicia en noviembre de 1732 y se concluye en 1736. La efigie de Jesús Caído ocupa un lugar destacado en el altar central, mientras que en los dos colaterales se situan la antigua talla de Nuestra Señora del Socorro y dos nuevas imágenes que se encarga, Nuestra Señora de los Dolors y San Juan Evangelista. Los cultos dedicados a Jesús Caído y a la Dolorosa constituyen un indicador del notorio fervor que despiertan ambas imágenes. La importancia de este fenómeno justifica y explica el nacimiento de una cofradía pasionista en 1765 que procesionará unos lustros después el Jueves Santo por nuestra ciudad.
La fundación de la cofradía de Jesús Caído en 1765 marcará un hito importante en la devoción a esta imagen que procesionará, junto con Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad, por primera vez el Jueves Santo de 1779. Esta salida procesional levanta una gran expectación. Se da la circunstancia de que tras una pertinaz sequía, apenas traspasaban el umbral de su templo, de regreso de la procesión, cayó una lluvia torrencial, lo que en opinión del vecindario se atribuía a un prodigio de la imagen titular de la cofradía.
La incorporación a la Semana Santa cordobesa lleva consigo una indudable vitalidad de la cofradía que se mantendrá hasta los primeros años del siglo XIX. A partir de esa fecha se producirá una fase de postración que se agrava de manera paulatina hasta llegar a la disolución decretada en el año 1818. Esta crítica situación se agudiza dos años más tarde cuando quedan suprimidos los desfiles procesionales en nuestra ciudad por el edicto del obispo Trevilla.
No será hasta 1851 cuando se reorganice la cofradía, lo que significa el resurgir de la devoción popular a Jesús Caído que vuelve a hacer estación de penitencia en ese mismo año y junto a Nuestra Señora del Mayor Dolor al año siguiente. Las dos imágenes de la cofradía participan en la procesión oficial hasta el año 1858, ya que el obispo Alburquerque toma la decisión de reducir el número de imágenes de la procesión oficial. Esta decisión supone que la cofradía entre en un paréntesis de tres lustros en el que la hermandad vuelve a entrar en una fase de aletargamiento, hasta que en 1874 se lleva a cabo una nueva reorganización de la hermandad y esta cobra un fuerte impulso produciéndose un notorio incremento de los efectivos humanos que llegan a alcanzar en 1885 la cifra de 363 personas. Esta pujanza coincide con el mandato, como hermano mayor, del torero Rafael Molina Sánchez «Lagartijo»
La crisis del movimiento cofrade en nuestra ciudad a lo largo de las primeras décadas del siglo XX tienen una incidencia menor en la hermandad del Caído, aun cuando se produce un descenso de los efectivos humanos. A partir de 1919, bajo el mandato de Rafael Flores González se desarrolla una fructífera labor que va a suponer un nuevo incremento en el número de hermanos y el poder afrontar proyectos de envergadura. Así en el año 1921 se estrena el nuevo paso de la imagen titular.
La hermandad del Caído constituye uno de los ejes en torno a los que gira la semana Santa cordobesa durante las dos primeras décadas del siglo XX, siendo la única cofradía que hasta 1918 saca por sí misma una procesión al margen del desfile oficial del Viernes Santo en el que también participa con su imagen titular. Está documentada la presencia en estas procesiones del Jueves Santo de acompañamiento musical, siendo lo más frecuente una capilla vocal e instrumental, actuando en ocasiones una banda de música y en 1921, por primera vez, una banda de cornetas y tambores.
En el año 1930 le es concedido a la hermandad el título de real y en el año 1931 el de pontificia.
Los marqueses de la Mota de Trejo realizan proyectos que darán un mayor realce a la salida procesional de Jueves Santo. Así se realizarán los respiraderos de metal plateado que se encargan a la firma sevillana Sucesores de Manuel Seco. La influencia sevillana se patentiza en el hábito penitencial de la cofradía y en los cetros y bastones que llevan los cargos, si bien es en Málaga donde se adquieren las cuatro bocinas que aún hoy procesionan.
La proclamación de la II República el 14 de abril de 1931 supone el fin del auge de la hermandad y el inicio de una crisis que también afecta al conjunto de las cofradías penitenciales y a la Semana Santa. Tras este paréntesis, la cofradía sale del aletargamiento en 1937 y empieza a cobrar un nuevo impulso.
El 10 de diciembre de 1939 es nombrado hermano mayor el torero Manuel Rodríguez «Manolete». Durante su mandato la cofradía adquiere nuevos bríos y recobra la pujanza en esta época se refuerza la relación de la cofradía con el mundo de los toreros perteneciendo a la hermandad el torero «Machaquito», la esposa de «Guerrita» y varios subalternos, así como miembros de la cuadrilla de «Manolete».Durante la etapa de gobierno de «Manolete» se pone en marcha el proyecto de un nuevo paso para Jesús Caído del que se encarga el tallista cordobés Rafael Valverde Toscano.
En agosto de 1942 se aprueban unos nuevos estatutos. La potenciación que la cofradía experimenta entre los años 1948 y 1962 se traduce en un incremento en el número de hermanos. Las aportaciones económicas van a resultar decisivas para encarar los crecidos gastos que origina el proyecto estrella: el palio del paso de Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad.
La brillante trayectoria de la cofradía quedará truncada en el año 1962 cuando Rafael Gálvez del Cerro preside por segunda vez la Agrupación de Cofradías proponiendo al matador de toros «Parrita» como hermano mayor del Caído. La negativa de este a aceptar el cargo obliga a Gálvez del Cerro a continuar al frente de la cofradía que entra en una fase de crisis que se agrava hasta finales de la década de los setenta, a pesar de que en octubre de 1966 comienza la presidencia nominal del conocido locutor Matías Prats Cañete que reside en Madrid.
La elección de Rafael Jaén Toscano en septiembre de 1979 supone una inyección de bríos juveniles que dan sus frutos con la formación de sendas cuadrillas de hermanos costaleros para llevar a los Titulares. Desde entonces hasta nuestros días la cofradía del Caído mantiene una gran vitalidad.
Sede de la hermandad: Iglesia Conventual de San Cayetano
HERMANDAD DE LA CARIDAD
Real Hermandad y Cofradía del Señor de la Caridad.
http://www.hermandaddelacaridad.org
En los orígenes de las hermandades, las de la caridad y hospitalarias desempeñaron un papel fundamental, orientándose a pesar del carácter aristocrático de muchos de sus miembros, al auxilio de los más necesitados.
Ramírez de Arellano señala el comienzo del siglo XV como la fecha de nacimiento de esta cofradía, aunque parece confirmarse que es el año 1469, coincidiendo con la estancia en nuestra ciudad del rey Enrique IV de Castilla. Su primer hermano mayor fue un acaudalado comerciante, don Gonzalo Sánchez, al que sucedió don Juan Ruiz Crespo. Esto parece indicar que, aunque pronto quedaría en manos de la nobleza local, el origen de la cofradía fue fruto del desvelo de artesanos y comerciantes, aunque los privilegios pronto concedidos por el Concejo Municipal a su hermano mayor, en 1471 y 1481, y la Real Cédula otorgada por los Reyes Católicos en 1478 autorizando la redención de cautivos, acarrearon el compromiso de la nobleza cordobesa, que a partir de estas fechas dirigió la vida de la hermandad. En el año 1484 se dan las primeras iniciativas para la construcción, en la plaza del Potro, del hospital de la Santa Caridad. La erección se lleva a cabo a partir del 14 de febrero de 1493, por disposición de don Alonso de Fuentes, provisor episcopal.
En el siglo XVI el control de la alta nobleza sobre la cofradía es total, hasta el punto de exigirse prueba de sangre para hallarse entre sus miembros. El papa Alejandro IV le concede nuevas prerrogativas el 28 de junio de 1500, ratificadas el 22 de mayo de 1534 por el obispo de Zamora y comisario General Apostólico de la Santa Cruzada, don Francisco de Mendoza. Ese mismo año, por Reales Cédulas de 29 de junio y 31 de agosto, el emperador Carlos I le dona como renta anual perpetua la cantidad de 12.444 maravedíes, pago considerado como prioritario entre los que el Tesoro debía satisfacer a la ciudad.
El auge de la corporación en el quinientos y seiscientos es evidente, contando entre sus hermanos a los monarcas hispanos, así como a lo más granado de la alta aristocracia del país. En 1617, como pago de una deuda, el comerciante Juan Draper donaba a la hermandad la imagen del Señor de la Caridad, que pasaría de ese momento a concentrar la devoción de sus hermanos.
La decadencia del Antiguo Régimen supuso también la de la cofradía, al tiempo que desaparecían sus privilegios y prerrogativas. En 1837 se cierra el hospital, sin que prospere el recurso elevado a la Reina contra esta medida por el hermano mayor, conde de Cárdenas. En los años siguientes la hermandad se escinde prácticamente, aunque en San Francisco se sigan organizando quinarios y otros cultos en honor del Crucificado hasta 1881.
En 1891 el párroco de San Francisco intenta la refundación de la hermandad, bajo la advocación de Paz y Caridad, eligiéndose una junta, que intentará recuperar el antiguo espíritu de la corporación, constando su auxilio al popular bandolero «Cintas Verdes», al que se encargo de sepultar. A pesar de la solemne recuperación de los cultos al Señor, en 1894 se pierde cualquier rastro documental, aunque se conocen posteriores funciones litúrgicas en honor del Crucificado entre 1910 y 1912.
En el año 1939, con la participación de cofrades procedentes de la hermandad de las Angustias, se produce la reorganización de la cofradía del Señor de la Caridad. Este hecho se inscribe en la dinámica de la época, vinculándose estrechísimamente con el nacionalcatolicismo impuesto en aquellos años, en los que estaba prácticamente concluida la contienda civil. Así, don Antonio Priego Gómez, elegido como hermano mayor por los setenta y tres asistentes a su primera junta general, nombra como mayordomo a don Fernando Fernández Martínez, jefe provincial de Falange y conceda al desaparecido José Antonio Primo de Rivera el título de Hermano Mayor Perpetuo.
El Jueves Santo de ese mismo año organizaba, en colaboración con la hermandad de las Angustias el sermón de las Siete Palabras, saliendo aquella misma noche una representación de la Caridad en la estación penitencial de la cofradía de San Agustín, de la que era miembro destacado el vicehermano mayor de la renacida hermandad don Manuel Revuelto Nieto. La reorganización podía considerarse concluida definitivamente con la aprobación diocesana de sus reglas estatutarias, el 19 de octubre del años 1939.
Don Antonio Priego dona después de la refundación la antigua imagen de la Dolorosa que acompaña al Señor de la Caridad al pie de la Cruz en las estaciones penitenciales. Su diadema le fue regalada e impuesta en 1944 por Romero Mengíbar. El Domingo de Ramos, 17 de marzo de 1940, con el general Fermoso, gobernador militar, en su presidencia, hacía la hermandad su primera estación de penitencia, con unos doscientos cincuenta nazarenos.
En el año 1941, la cofradía consigue de la autoridad eclesiástica la configuración jurídica y canónica que la hacía continuadora de la desaparecida en la centuria anterior, pasando pronto a ocupar su lugar el Jueves Santo.
En 1952 comenzó una colaboración que ha definido en el corazón popular a la hermandad del Señor de la Caridad hasta nuestros días: la presencia en la estación penitencial del Tercio «Gran Capitán» de la Legión, hermano mayor honorario de la cofradía, y que ya en 1994 haría entrega a ésta de su guión. Desde esta fecha, solo en muy contadas ocasiones han faltado los legionarios a su cita con el Crucificado de San Francisco. Los lazos de la hermandad con sus hermanos legionarios son tan estrechos que, cuando disposiciones oficiales prohibieron a mediados de los noventa la participación de las fuerzas armadas en las estaciones penitenciales, la cofradía, antes que contratar cualquier otra formación musical, prefirió hacer su recorrido en silencio.
En 1957 y 1958, la hermandad procesionó en la mañana del Viernes Santo dentro de la procesión general del Santo Entierro. Superado el decaimiento generalizado de nuestra Semana Santa en la década de los sesenta, en 1970 la hermandad participa del proceso de crecimiento y esplendor que ha caracterizado al movimiento cofrade cordobés en las últimas décadas.
En los últimos setenta se produce una renovación de la edad media de los responsables de la cofradía, al hilo de la constitución de su primera cuadrilla de hermanos costaleros, que lleva por vez primera a su titular bajo las trabajaderas el Jueves Santo de 1979, si bien la madurez de sus hermanos mayor caracteriza a esta cofradía avalada por siglos de historia.
En el año 1983 la hermandad organiza diversos actos religiosos y culturales, con motivo de la evocación de un posible quinientos aniversario fundacional, aunque esta fecha es difícil de precisar. Entre ellas destaca una conferencia celebrada en el Alcázar de los Reyes Cristianos que tuvo por título «La Caridad, Hermandad del Descubrimiento» y que corrió a cargo del canónigo archivero don Manuel Nieto Cumplido.
En el año 1985 se restaura la imagen del Señor.
La década de los noventa se inicia con los actos conmemorativos del cincuenta aniversario refundacional, concediéndole a Cajasur el título de Hermano Mayor de Honor y a su entonces presidente, monseñor Miguel Castillejo Gorráiz, la consideración de hermano mayor honorario. En el año 1996 se produce el hallazgo de las primitivas reglas de la hermandad, adquiridas por Cajasur para el Museo Diocesano cordobés, pero cedidas a la cofradía para su salida procesional, en la que ocuparon un lugar destacado en 1997.
Sede de la hermandad: Parroquia de San Francisco y San Eugenio
HERMANDAD DEL CRISTO DE GRACIA
Trinitaria Hermandad de Penitencia y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de Gracia y María Santísima de los Dolores y Misericordia.
http://www.cristodegracia.es
La devoción al Santísimo Cristo de Gracia surge inmediatamente después de la llegada de la imagen a la iglesia conventual de los trinitarios descalzos en el año 1618. Esta orden se había instalado en nuestra ciudad en el año 1607. Aunque mantuvieron algunos pleitos con los agustinos, finalmente, el obispo de Córdoba les concede la ermita de Nuestra Señora de Gracia el 13 de febrero de 1608, cristalizando su asentamiento en nuestra ciudad. Diez años después, el 4 de febrero de 1618 llega a la iglesia conventual la imagen del Cristo de Gracia por medio de una donación de Francisca de la Cruz, quien la había recibido de su hermano Andrés Lindo, residente en las Indias. La imagen estaba realizada en la ciudad de Puebla de los Ángeles en el virreinato de Nueva España. Los trinitarios descalzos muestran un vivo interés en difundir e impulsar la devoción al Cristo de Gracia consiguiendo que en los años inmediatos a la donación, la imagen despierte un arraigado fervor popular en el vecindario, fenómeno que se intensificará hasta alcanzar cotas elevadas a lo largo del siglo XVII.
Las donaciones constituyen un significativo exponente del fervor al Cristo de Gracia. Entre la masa de devotos encontramos al orfebre Juan de León, quien en junio de 1654 ofrece una lámpara de plata y la correspondiente dotación de aceite. Los frecuentes prodigios atribuidos a la imagen contribuyen de manera decisiva a propagar la devoción al Cristo de Gracia en todas las capas sociales y barrios de la ciudad. En agradecimiento depositan numerosos exvotos, alhajas de plata y ornamentos para el servicio de la capilla donde recibe culto la venerada efigie. La intensa devoción de los cordobeses se manifestará asimismo en la procesión de rogativa por la lluvia organizada el 1 de mayo de 1653 a iniciativa de un grupo de labradores del barrio de San Lorenzo, constituyendo esta la primera vez que la imagen sale del templo conventual en penitencia pública.
La devoción al Cristo de Gracia se entibia en la década de los ochenta de este siglo XVII como consecuencia de la retirada de la imagen a la clausura debido a las obras de la nueva iglesia que se levanta, volviendo a recuperar la devoción de antaño, incluso intensificada, en las postrimerías de del siglo XVIII.
Es llamativo que los trinitarios no impulsen la erección de una cofradía dedicada a la popular imagen en este siglo, pudiendo estar la causa en la prohibición establecida por las constituciones de la descalcez de 1614. Sin embargo, estas primitivas reglas se suavizarán en el siglo XVIII y podremos contemplar el nacimiento de sendas cofradías en honor a Jesús Rescatado en el año 1713 y al Cristo de Gracia en 1736 agregadas a la confraternidad trinitaria.
Durante el siglo XVIII la imagen del Cristo de Gracia continúa despertando un intenso fervor en el vecindario que se manifestará a través de una nueva salida procesional en rogativa por la lluvia que tiene lugar el 19 de abril de 1734 y a la que asisten una elevada cifra de miembros de la aristocracia, labradores y numerosos devotos. Este intenso fervor que despierta en la ciudad el Santísimo Cristo de Gracia es una de las razones que impulsa a un grupo de devotos, con el apoyo de la comunidad trinitaria, a fundar una hermandad en su honor, erigida canónicamente el 21 de enero de 1736.
En las décadas siguientes a la fundación de la hermandad se llevan a cabo proyectos de envergadura como la conclusión y dedicación de la capilla del titular, el dorado del retablo y el camarín de la venerada imagen. A finales de este siglo XVIII se construye un altar en la capilla del Cristo de Gracia, donde se coloca una imagen de Nuestra Señora de los Dolores donada por doña Beatriz Cisterna.
La trayectoria de la hermandad del Santo Cristo de Gracia en el primer tercio del siglo XIX viene marcada por las vicisitudes de la comunidad trinitaria. La entrada de las tropas francesas el 7 de junio en nuestra ciudad resulta funesta por los atropellos y saqueos cometidos de los que también serán víctimas la iglesia y las dependencias conventuales. Con la retirada de las tropas francesas a los diez días se normaliza la situación, pero los estragos llevados a cabo quedan en la memoria de los religiosos que toman la iniciativa, de acuerdo con la hermandad del Santísimo Cristo de Gracia, de sacar la imagen en procesión de rogativa patriótica el 22 de diciembre de 1809, siendo secundada la convocatoria por numerosos cordobeses de todas las capas sociales.
La hermandad de la Santísima Trinidad y Santo Cristo de Gracia se ve afectada por la exclaustración de los religiosos el 10 de febrero e 1810, decretada por el gobierno de José I. Tras un paréntesis de más de tres años, regresan los frailes a la clausura y con este motivo celebran una solemne función de iglesia el 25 de julio de 1813. La tarde anterior se trasladan en procesión las imágenes del templo trinitario que habían sido distribuidas en distintas iglesias.
La normalización de la vida comunitaria en el convento de Nuestra Señora de Gracia repercute positivamente en la hermandad del Cristo de Gracia que tendrá una notoria vitalidad en los lustros siguientes. Con motivo del jubileo de Año Santo concedido por León XII en el año 1825, la hermandad organiza salidas de rosarios públicos para ganar las indulgencias en marzo de 1826. Este dinamismo volverá a quedar truncado con la exclaustración de los religiosos en agosto de 1835., si bien la iglesia permanece abierta al culto, gracias a los denodados esfuerzos de la hermandad que contribuye a pagar los gastos de sostenimiento.
La recuperación de la procesión del Santo Entierro por la corporación municipal a mediados del siglo XIX significa la incorporación de la imagen del Cristo de Gracia a la Semana Santa cordobesa acompañada por los hermanos de la cofradía. En el año 1866 los hermanos del Cristo de Gracia vestirán en la procesión oficial túnicas blancas y negras costeadas por el ayuntamiento. La precaria situación económica que vive la hermandad obligará a pedir ayuda económica al municipio en 1865 para restaurar la imagen titular.
Durante la etapa de la Restauración la cofradía del Cristo de Gracia participa con su titular en la procesión oficial del Santo Entierro, hasta que a finales de este siglo XIX, dejan de hacerlo al extinguirse la hermandad, si bien, la imagen sigue saliendo en la procesión oficial acompañada por las personas y corporaciones invitadas por el ayuntamiento. Además de en el desfile oficial del Santo Entierro, el Cristo de Gracia recorre las calles de la ciudad el Jueves Santo de los años 1891, 1892 y 1893 junto a las Angustias en salidas procesionales que corren a cargo de esta última hermandad.
En abril de 1900 el obispo José Pozuelo y Herrero autoriza el restablecimiento de los trinitarios en nuestra ciudad y en septiembre de 1903 el superior de la comunidad toma posesión de la iglesia y convento. A raíz de la instalación de los trinitarios se reorganiza en 1905 la Pía Asociación de la Santísima Trinidad y Santísimo Cristo de gracia. Los religiosos pretenden impulsar y potenciar el culto y devoción al misterio de la Trinidad, aprovechando el arraigo popular del Cristo de Gracia que sale en al procesión del Santo Entierro.
Los estatutos se elaboran el 4 de junio de 1905 y en agosto del mismo año son aprobados por la autoridad eclesiástica. Esta reorganización tendrá una existencia fugaz ya que en 1909 queda prácticamente disuelta hasta que en enero de 1913 se pone de nuevo en marcha. Los esfuerzos realizados por impulsarla cosechan los frutos deseados rápidamente ya que en 1916 se decide vestir hábito nazareno en la procesión del Santo Entierro, iniciándose una etapa de pujanza.
A partir del año 1937 el Cristo de Gracia procesiona en el desfile oficial del Santo Entierro y poco después pasa definitivamente la hermandad a realizar la estación de penitencia el Jueves Santo.
La reorganización llevada a cabo en marzo de 1942 supone la potenciación de la cofradía en los lustros siguientes. Así en el año 1942 se sustituye el hábito penitencial de tisú de planta por el blanco y negro del atuendo trinitario.
En el año 1948 se crea una banda de cornetas y tambores y dos años más tarde se instauran los cultos mensuales en la capilla del titular en la que se realizan importantes obras de restauración.
La trayectoria de la hermandad del Cristo de Gracia desde 1955 hasta nuestros días ofrece rasgos comunes con la mayoría de las cofradía de penitencia, manteniendo estrechos vínculos con distintos colectivos de la ciudad, plasmados en el nombramiento de hermanos de honor al Real Centro Filarmónico Eduardo Lucena y la Federación de Peñas cordobesas.
En el año 1982 se piensa en construir un nuevo paso para el Cristo, encargándosele tal tarea a Miguel Arjona Navarro. Para el diseño, el autor propuso inspirarse en el arte gótico que, en su opinión, resultaba el más apropiado.
Este nuevo paso comienza a procesionar en el año 1985 aunque fue terminado en el año 1989 y sus elementos figurativos se centran básicamente en las principales devociones cordobesas, la orden trinitaria y la Virgen de Guadalupe, completándose el programa con los arcángeles y con San Álvaro, patrón de las hermandades y Cofradías de nuestra ciudad.
En el año 2007, la hermandad crea una Agrupación Musical con el nombre de su Titular que debuta acompañando a la procesión de la Santa Cruz que organiza su Grupo Joven. Esta formación debutaría el Martes Santo del año 2008 en nuestra Semana Santa acompañando al titular de la hermandad del Prendimiento desde su salida hasta su llegada a la Santa Iglesia Catedral.
Sede de la hermandad: Parroquia de Santa María de Gracia (Trinitarios)
HERMANDAD DE LAS ANGUSTIAS
Pontificia, Real y Centenaria Hermandad y Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias.
http://www.lasangustias.es
La cofradía más antigua que procesiona actualmente en nuestra Semana Santa es la de Nuestra Señora de las Angustias. que se crea a mediados del siglo XVI, estableciéndose en la capilla de la Magdalena de la iglesia conventual de San Agustín. La posesión tiene lugar en marzo de 1558, fecha en la que la cofradía y la comunidad de agustinos firman una escritura en la que se especifican las obligaciones por ambas partes. Las reglas de esta cofradía se aprueban por el obispo en abril del año 1570, siendo confirmadas en junio de 1587 por el provisor general de la diócesis el licenciado Velarde de la Concha, quine las aprueba a condición de que «las mujeres de la cofradía no asistan en las congregaciones con los hermanos cofrades ni salgan en la disciplina, salvo alumbrando y sin túnicas descubiertas con sus mantos».
La procesión de disciplinantes del Viernes Santo constituye el principal acto religioso de la cofradía: La minuciosa y cuidada preparación del sermón y estación de penitencia se realiza en el cabildo general que se celebra el Domingo de Ramos a las dos de la tarde, en el que los asistentes manifiestan secretamente su disposición a salir como hermanos de sangre o de luz. El Viernes Santo a las tres o cuatro de la tarde son convocados en el convento de San Agustín para asistir, provistos de túnicas, cubrerrostros y disciplina, al solemne sermón de las Angustias y Soledad de Nuestra Señora que se encomienda a un religiosos de la orden. Al concluir la predicación y dichas las tinieblas, los cofrades entran en la capilla de la titular para vestirse y organizar la procesión. Además de los penitentes forman parte del cortejo clérigos cantando el miserere y letanías, autoridades invitadas y una nutrida representación de los frailes de la comunidad. Después de hacer el recorrido fijado con estaciones en distintos templos de la ciudad las heridas se curan con vino y se les aplica polvo de arrayán.
Parece ser que en 1573 hay un intento de la cofradía del Santo Crucifijo de unión con la de las Angustias.. La imagen de Nuestra Señora de las Angustias despierta un intenso fervor en el vecindario, siendo numerosos los devotos que en los testamentos manifiestan su voluntad de que se digan misas por sus almas en la capilla y altar de esta devoción mariana.
A lo largo del siglo XVII y gran parte de la primera mitad del siglo siguiente, la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias atraviesa por una etapa de esplendor y auge que se manifiesta a través del aumento de número de hermanos y la incorporación de elementos barrocos a la procesión del Viernes Santo que le dan una mayor vistosidad y boato. Entre las iniciativas más importantes cabe mencionar la sustitución de la primitiva imagen en 1628 por la magnífica obra del escultor cordobés Juan de Mesa. Parece ser que en el encargo intervienen fray Pedro de Góngora y Angulo.
En el último cuarto del siglo XVII la cofradía encarga al escultor Pedro de Paz una imagen de las Angustias para colocar en la mesa petitoria del Jueves y Viernes Santo.
En los años sesenta de este siglo existe constancia documental del encargo de unas andas doradas con cuatro ángeles en la esquinas para la imagen titular de la cofradía. al mismo tiempo se acuerda hacer un palio de terciopelo con ricos bordados valorado en mas de 400 ducados. Este palio tiene 32 campanillas de plata que realiza el orfebre Alonso Ramiro Narváez, quien también hace por encargo de la cofradía una diadema para la titular y unas potencias para el Santo Cristo. En la década de los sesenta se enriquece también el manto procesional de Nuestra Señora de las Angustias con 102 estrellas de plata realizadas por Alonso Bermudo. Poco tiempo después se le añaden seis puntas del mismo metal que entrega el platero Alonso Ra
miro Narváez. Este suntuoso manto contrasta con la sobriedad del que estrena la Virgen en 1698 de raso liso negro.
En el año 1697 la falta de recursos obliga a la cofradía a renunciar a a sacar la procesión, situación que se repetirá en la primera mitad del siglo XVIII
Los planteamientos ilustrados de los prelados de la diócesis cordobesa a partir de 1743 y la supresión de os disciplinantes en 1777 son factores que inciden de forma negativa en las cofradías penitenciales de nuestra ciudad, que entran en una fase de postración a finales del siglo XVIII. Sin embargo, la de las Angustias mantiene signos de vitalidad que obedecen a la arraigada devoción popular que goza la imagen titular. A ello contribuyen las gracias espirituales concedidas por la Santa Sede y los obispos de nuestra ciudad.
En febrero de 1810 el ejército francés ocupa las dependencias conventuales y la iglesia de San Agustín, viéndose obligados los religiosos a abandonar la clausura, lo que plantea la necesidad de trasladar las imágenes de la hermandad a la parroquia de San Nicolás de la Villa, donde permanecen a lo largo del periodo de la exclaustración. Con el regreso de los agustinos al cenobio, vuelven los titulares de la cofradía a mediados de enero de 1815. De manera excepcional los titulares de la hermandad salen en procesión de rogativa, junto a otras veneradas imágenes, en noviembre de 1823 en acción de gracias por la restauración del absolutismo. La exclaustración definitiva de los agustinos en agosto de 1835 tiene una incidencia negativa en la marcha de la cofradía que se agudiza con la desamortización llevada a cabo por el gobierno del general Espartero que significa la pérdida de sus bienes patrimoniales y el consiguiente quebranto económico. Esta situación venía agravada desde 1820 con la supresión de los desfiles procesionales en nuestra ciudad. A lo largo de tres décadas la hermandad se limita a dar culto a Nuestra Señora de las Angustias en su iglesia del exconvento de San Agustín.
La cofradía se revitaliza en la década de los cuarenta coincidiendo con la llegada al poder en 1843 del partido moderado del general Narváez. Estos signos de vitalidad se consolidan en 1851 con el ofrecimiento hecho al municipio de sacar a la titular en la procesión del Santo Entierro.
La hermandad de las Angustias participa en el desfile oficial del Viernes Santo desde 1851 hasta el final del reinado de Isabel II. La titular va acompañada también en ocasiones por otras cofradías y colectivos profesionales. Durante la etapa isabelina la hermandad de las Angustias cobra bastante dinamismo. Tras el paréntesis del sexenio revolucionario, la cofradía desarrolla una intensa actividad a lo largo de la Restauración. Además de su participación en la tarde del viernes Santo, procesiona al margen del desfile oficial en las postrimerías del siglo XIX. Así los hermanos de las Angustias acuerdan sacar sus titulares con el Cristo de Gracia en la tarde del Jueves Santo de 1891, 1892 y 1893. El Jueves Santo de 1896 va acompañada de Jesús Rescatado. En 1895 saldrá el Miércoles Santo, al igual que en 1899, año en que procesiona junto a Jesús del Calvario.
En los primeros años del siglo XX la hermandad se encuentra en una fase de aletargamiento de la que saldrá a partir de 1919 contribuyendo de forma decisiva a ello el nombramiento de la reina madre María Cristina como camarera de honor. Los titulares forman parte del desfile oficial del Santo Entierro hasta 1928 y procesionan asimismo el Martes o Miércoles Santo en unión de las hermandades de Jesús del Calvario y Cristo de Gracia. El año 1928 marcará un hito importante en la vida de la cofradía al tener previsto realizar la salida procesional en solitario el Jueves Santo, pero la lluvia obliga a trasladar la estación de penitencia al Viernes Santo por la noche. En la Semana Santa de 1929, 1930 y 1931 los hermanos de las Angustias recorren las calles de la ciudad el Jueves Santo rivalizando con los de Jesús Caído. En los años 1933 y 1934 la hermandad decide suspender la procesión por las prohibiciones decretadas por la II República. La imagen de Nuestra Señora de las Angustias participará en la procesión del Santo Entierro de 1935, siendo la única que sale a la calle en un ambiente de tensión la Semana Santa de 1936. Esta salida provocará disensiones internas en el seno de la cofradía que originan la dimisión del hermano mayor. También el prelado de la diócesis y el prior de la comunidad de dominicos se oponen de manera tajante al acuerdo tomado en la reunión celebrada por un grupo de hermanos a iniciativa de Manuel Revuelto Nieto, quien traslada las imágenes a su domicilio salvándolas del peligro ocasionado por el incendio intencionado del templo de San Agustín. En el año 1937 la imagen procesiona por primera vez bajo palio lo que se mantendrá hasta el año 1957, año en que se prescindió de él por consejo del obispo fray Albino que consideraba que se trataba de una paso de misterio y no de Virgen.
En el año 1948, el obispo fray Albino nombró hermano mayor a don Amador Naz Román , en cuyo mandato se hizo la corona actual, que labró Rafael Peidró Dueñaas y que le impuso a Nuestra Señora el obispo fray Albino en el año 1953.
Durante el mandato como hermano mayor de Aurelio de Castro Navarro, marqués de la Fuensanta del Valle, se lleva a cabo el polémico traslado de la hermandad de las Angustias y de sus titulares a la céntrica iglesia de San Pablo, regida por los claretianos. Esta medida provoca la protesta generalizada de los vecinos del barrio, pero resulta infructuosa. El traslado se lleva a cabo a principios de marzo de 1961.
El 11 de octubre de 1987 tiene lugar otro hito histórico para la cofradía como es la Coronación Canónica de Nuestra Señora de las Angustias por el obispo monseñor Infantes Florido.
Con motivo del 375 aniversario de la Bendición de la Virgen de las Angustias, la hermandad desarrolló, en el año 2003, un intenso programa de actos como continuación al 375 aniversario de la muerte del insigne escultor cordobés D. Juan de Mesa y Velasco que tuvieron lugar entre los días 28 al 30 de noviembre del año 2002 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba bajo el título «III Jornadas de Historia del Arte. Juan de Mesa, Visiones y Revisiones(1627-2002) en el que intervinieron prestigiosos catedráticos de Historia del Arte tanto nacionales como internacionales. Entre este conjunto de actos cabe destacar el Pregón pronunciado por don Manuel Salcines López el día 14 de marzo. Asimismo el día 23 del mismo mes, en la Fiesta de Regla de la Hermandad se les imponía la medalla de hermano de honor a la Brigada de Infantería Mecanizada «Guzmán el Bueno» X de Cerro Muriano (BRIMZ X) por sus misiones de paz así como por su vinculación histórica con esta Hermandad y Cofradía.
En el año 2008 la hermandad celebra el 450 Aniversario de su fundación con un completo programa de actos que se inicia en el año anterior y que tiene como culminación la celebración, el día 13 de marzo de 2008 de una Función Solemne en la Real Iglesia de San Pablo. Todos estos actos culminaron con una salida extraordinaria de Nuestra Señora de las Angustias Coronada el día 20 de septiembre.
En 2014 la hermandad retorna al restaurado templo de San Agustín, estableciendo en una calle aledaña su nueva sede.
Sede de la hermandad: Iglesia de San Agustín.