« Fundido a rojo aturde, es un gancho de izquierda a la metáfora rutilante de calle y de voracidad entre los adoquines de la ciudad abolida. Novela ardiente y libre, nocturna de sustratos y tejidos.
Con una recreación impecable de ambientes, desde esa sordidez juvenil hasta el paisaje interior del barrio que ya ha visto caer a sus gigantes, el doble plano realismo duro/confesión poética da vigor a una novela que, en algunos pasajes, recordará a Kerouac y a Ginsberg, pero también al primer Marsé, con ese crecimiento de violencia y lirismo que desconfía de todas las certezas, porque se halla en la amargura rota del definitivo desencanto.
De indoblegable instinto narrativo, que se impone a la trama y la diluye en el hielo nocturno de cualquier impulso destructivo, su autor ofrece un libro generacional sin pretenderlo, porque es el testimonio de un descreimiento.
Escrita con solvencia, ambientación y estilo. Sus conversaciones seguirán resonando luego en la cabeza del lector, con personajes que hablan, gritan y escupen; que gimen aún tras el postrero vendaval de la noche, con su orgasmo de pérdida, cuando cierras el libro. »
-Joaquín Pérez Azaústre-
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