El músico improvisador se mueve en tiempo real. La paleta de posibilidades para ser utilizada e interactuar con los demás músicos depende de sus conocimientos musicales previamente adquiridos, de los estímulos externos, y de su capacidad de reacción. En este sentido, los elementos que dan forma a una improvisación libre están presentes en todo tipo de música, y también en la vida cotidiana. Por lo tanto, la capacidad indispensable para desarrollar es la percepción, la flexibilidad para aceptar lo que va sucediendo, y la de encontrar una función o un lugar dentro de cada improvisación. A cada sonido le sigue un proceso inexorable que incluye la toma de decisiones. De este modo, la característica principal de una improvisación grupal bien desarrollada suele ser el buen uso del momentum. Es decir, que el grupo comparte la msima sensación de movimiento pero actúa sin premeditación.
El presente taller propone acercarse a situaciones musicales en las que, a través de una serie de ejercicios y juegos diseñados para estimular la percepción, disposición, interacción, aceptación del momento musical y creación de grupo, se consigan desarrollar una suerte de “códigos” que contribuyan a crear futuras improvisaciones. Para esto será de vital importancia el análisis a posteriori de cada improvisación, la toma de conciencia sobre los parámetros usados, las funciones que cada integrante tuvo en el desarrollo de la pieza, los momentos en los que la música podría haber tenido un desarrollo distinto al que tuvo, las pequeñas estructuras que pudieran haber habido, el análisis de la forma, etc.
Más Información
