Amar, o asestar un verso
en el corazón de la impostura.
Amar, o donar una sonrisa
devastadora y amable.
Amar, o la generosidad que brota
de un egoísmo noble, diferente,
alumbramiento infinito de
un nuevo “yo” agónico,
salvado a destajo por el sacrificio.
Amar, o el motivo durmiente
del valor en sí.
Ese brillo irreverente de la humildad,
esa raíz que une ausencia y presencia.
Jorge Colmenero