«La nada que parpadea» es un poemario-relato elaborado con forma de laberinto (el escogido fue, tal vez por casualidad, el laberinto de Chartres), siguiendo una geometría fractal que se aprecia, por ejemplo, en la recreación final de los primeros cantos.
El argumento del libro es simple: La «vocera», personaje protagonista, tiene una visión de la que intenta alertar a su pueblo pero, desgraciadamente, nadie la cree (pues ella es nada, y a ellos los pierde la fe en los satélites). Así que es en la trama donde la vocera irá descubriendo, revelando y (al mismo tiempo) desarrollando su verdad con la ayuda del lenguaje, en el libro representado como Mercurio, que es el dios mensajero y de los oradores, pero también el de la astucia de los mentirosos. Por otra parte, para la alquimia el mercurio representa el alma y la conciencia y, como elemento químico que se divide y vuelve a la unidad, evoca lo uno y lo múltiple.
En la presentación en la Librería Luque de Córdoba el próximo 18 de mayo intervendrán la autora y la poeta Juana Castro.
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