MIÉRCOLES EN MARTE: 20 DE MAYO 22 H.-LECTURA DE POEMAS-BAR LIMBO: con la participación de Rafael Antúnez, Jose Daniel García, Alberto Guirao, José García Obrero y Juan Antonio Bernier
JUEVES EN PLUTÓN: 21 DE MAYO 22 H.-CONCIERTO HOMENAJE-BAR AUTOMÁTICO: con la participación de Amparo 500, Pablo Prieto, Pacheko, Yonka Zarco, Rakel Winchester, Antonio Fdez. Trío, Suze, Pájaro, Manolo Melody, La Chatte Noire, Alberto Guerrero, The Dos British, Nita/Bo/Gabi Limousine y WENDY KROY
Hablar de MIGUEL BOCAMUERTA, es como hablar de Burroughs, Keats, de la pureza y, sobre todo, del romanticismo. Entre principitos anda el juego… y que se recuerde, no ha habido otras letras como las de Miguel desde que Ray Heredia nos cantara aquello de «súmala, súmala bien, que si la sumas mal, los tiempos
cambiarán». Alarrota, como él se hacía llamar, huyó del mundo de las provincias, probó Madrid, probó no sé qué, probó no sé cuánto y, finalmente, terminó estudiando música en Barcelona. Y fue ahí donde su contrabajo se convirtió en su sombra para siempre. Barcelona fue su última parada, pero siempre su amor estuvo más cerca del sol que de otra cosa, más al sur, en Córdoba… donde las Carmelas te dan la vida y te dan los buenos días con flores. Amante de los ambientes borrachos, de las casas de comidas donde almuerza Krahe y de las ballenas con historias contadas, y desde ahora cantadas por él («Moby Dick»), es en los rincones oscuros (donde siempre pasan cosas, decía él) y en los fantasmas con los que sueña Tom Waits, donde Miguel se desenvolvía como pez en el agua. Olores a sucio, a desgaste, a horror. Al horror y siempre al amor, al amor como quien deshoja una margarita y sabe que con la última hoja se acaba su vida. «TÚ EN MARTE Y YO EN PLUTÓN» se grabó en la navidad de 2004 a 2005 en plena guerra mundial. Fue en Córdoba, en los Estudios Eureka. La producción es de su amigo del alma Fernando Flow, que tras llorar y reír con las letras de Miguel se decidió a terminar y regalar al mundo un legado que no está lejos ni de la Velvet, Nick Cave, David Lynch, ni tampoco del ahora nuevo héroe indie, Bob Dylan (atención a «Como un perro»). Hay muchos mundos, eso es verdad, pero ninguno tan cercano al de aquel loco en donde sólo había una flor («Buscando flores»), un sol… un avión dormido y estrellas, muchas estrellas… sólo que además Miguel lo decora en una noche de feria con una noria y en tan sólo (ojo!), tan sólo diez minutos, nos relata una aventura sexual abortada en lo más alta de la atracción, pero con su gracia y su poesía; la historia quedó escrita en «La noria». Hay poco más que decir cuando tenemos unas letras tan grandes y tan de verdad. Puro desnudo, en el que John Lurie es americano aliado de un desconocido Win Wenders para rescatar a ángeles perdidos con caras pintadas de putas en prostíbulos de tonos rojizos en «Llamadas sin respuesta»… ironía y sarcasmo acerca del mundo de las drogas («un gramo de ilusión y un cuarto de esperanza / no dan para un festín, así que habrá matanza») y otra vez, y citando a Cioran, la angustia y el amor como la fuerza que todo es capaz de mover en «Por enésima vez» («con un pie en las cimas de la desesperación / y otro en algún rincón, cerca de tu corazón»). Ni comentar su lectura de la guerra en «Viva yanqui». …Al final, los globos de colores que salen en la portada, pudieron más que la suela de los zapatos del principito y ya la tierra queda lejos. La tierra en la que todavía reina un imperio, esta vez, el yankee. Va por tí, Miguel.