a vida tiene sus caprichos. Sus giros de guión. Sus paradojas. Luis Cepeda creció en una casa sin tele, pero se ha dado a conocer entre el gran público después de concursar en OT 2017, el gran fenómeno catódico de la temporada. Ahora se dispone a publicar su primer álbum, un trabajo que levanta acta de su prometedor presente creativo y nos permite comprender mejor su evolución artística. Porque Luis Cepeda lleva toda la vida haciendo canciones. Y ha llegado el momento de escucharlas.
En el hogar orensano de los Cepeda no había televisión pero sí un interés genuino por la cultura. El padre de Luis, arquitecto de carrera y profesor de dibujo, construía guitarras por afición y tenía una relación estrecha y permanente con los músicos de la ciudad. Tocaba el clarinete y la guitarra, conocía en profundidad la obra de titanes de las seis cuerdas como Paco de Lucía y David Russell. La hermana de Luis también tocaba la guitarra. Y nuestro hombre, por entonces un niño, cantaba en el coro de la Iglesia de la Inmaculada durante la misa. No está claro que su vocación artística –de la religiosa, ni rastro– naciera sobre un altar, pero el pequeño Cepeda se sentía muy a gusto cantando. Abundaban los comentarios positivos y su pubescente autoestima se veía reforzada cada mañana de domingo.